EL PROFESOR Dr. KRZYSZTOF SLIWA, SOCIO DE HONOR DE LA SOCIEDAD CERVANTINA DE ESQUIVIAS


EL PROFESOR Dr. KRZYSZTOF SLIWA, NOMBRADO SOCIO DE HONOR DE LA SOCIEDAD CERVANTINA DE ESQUIVIAS.

La Junta Directiva de la Sociedad Cervantina de Esquivias, en fecha 21 de julio de 2021, acordó, por unanimidad, nombrar al profesor Dr. Krzysztof Sliwa, Socio de Honor de esta Asociación Cultural, en base a los méritos por él contraídos. «En reconocimiento a su larga trayectoria humanística de eminente investigador sobre la biografía de Miguel de Cervantes Saavedra».

El profesor Krzysztof Sliwa, es Doctor en Literatura Española por Florida State University; biógrafo cervantino, documentalista, filólogo, historiador, paleógrafo y profesor universitario.

alt

(En la foto, de izquierda a derecha, Don Emilio Maganto Pavón, Dr. Krzysztof Sliwa y Don Vicente Ruiz Rubio,

contemplando los documentos cervantinos archivados en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Esquivias).

alt

(El Dr. Krzysztof Sliwa y don Sabino de Diego Romero, analizando el documento de los desposorios de

Miguel de Cervantes Saavedra con Doña Catalina de Salazar y Palacios, en 12 de diciembre de 1584).

alt

(El Dr. Krzysztof Sliwa firma en el Libro de Honor de la Casa-Museo de Cervantes de Esquivias).

El acto de entrega de la credencial como Socio de Honor de la Sociedad Cervantina de Esquivias, tuvo lugar el 02 de octubre de 2021, en la Casa-Museo de Cervantes de Esquivias.

alt

(El Dr. Krzysztof Sliwa muestra a los asistentes al acto, la placa que le acredita como Socio de Honor de la Sociedad Cervantina

de Esquivias, en presencia de su Presidente, Don Sabino de Diego Romero. Acto celebrado en la bodega de la Casa de Cervantes).

alt

(El Dr. Krzysztof Sliwa pronunciando el discurso como nuevo Socio de Honor de la Sociedad Cervantina de Esquivias).

El profesor Krzysztof Sliwa pronunció el discurso que reproducimos a continuación.

alt


CATALINA DE SALAZAR Y PALACIOS, CORONA DE SU ESPOSO, MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA,

AUTOR DEL QUIJOTE.


«Las grandes hazañas, para los grandes hombres están guardadas».

(Miguel de Cervantes Saavedra. Parte II. El Quijote).

SALUDATIO:


Excelentísimo Sr. D. Sabino de Diego Romero, Presidente.

Ilustrísimo Sr. D. José Paulino guardia Torrejón, Vicepresidente.

Ilustrísima Sra. Dª María del Carmen Navas Hervás, Secretaria.

Excelentísima Sra. Dª Milagros del Barrio Pérez-Grueso, Alcaldesa de Esquivias.

Excelentísimos e Ilustrísimos Socios, Socios de Honor y Quijotes del Año.

Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades religiosas, militares y civiles.

Querido familiares y amigos.

Amigos estimados todos. Señoras y Señores:

Mi amor por España y «del famoso lugar de Esquivias, por mil causas famoso, una por sus ilustres linajes y otra por sus ilustrísimos vinos»1 y mi entrega a la Literatura española no pueden tener mejor recompensa que este honroso reconocimiento por las brillantes filas de la Sociedad Cervantina de Esquivias, a la que me comprometo con todo mi amor que «es un perla preciosa que, si no se posee, de nada sirve el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás»2 según una de las obras más destacadas, intitulada «La ciudad de Dios», de San Agustín (354-430), «doctor de la Gracia» y obispo de Hipona, al norte de África.

Por lo que atañe a las altas metas que la noble Sociedad Cervantina pretende, mi empeño siempre estará a su entera disposición con toda fidelidad y honradez sin igual a otras, a fin de contribuir con mi labor al esplendor de las insignes tarea de la floreciente marcha de esta admirada Institución, fundada el 12 de diciembre de 1975.

En honor a la verdad, desde hace casi mitad de un siglo el mayor deseo de todo español dedicado al estudio de la vida de Catalina de Salazar y Palacios (1565-1626) y de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) fue ingresar en la prestigiosa Sociedad Cervantina de Esquivias, que a mi juicio, es la primera línea de defensa del verdadero cervantismo, razonada en las obras y la documentación cervantinas, y hoy gracias a Dios y a los Excelentísimos Señores de esta notoria Asociacón: Don Sabino de Diego Romero, Presidente; Don José Paulino Guardia Torrejón, Vicepresidente; Doña María del Carmen Navas Hervás, Secretaria; Don Antonio Sánchez González, Director Editorial de «Galatea»; Don Ángel Luis Hermida Plaza; Doña María del Rosario Gómez-Caro Sánchez; Don Mariano Vázquez Martín; Don Javier Guardia Ocaña; y Don Francisco Torrejón Olivar; se me abrieron las generosas puertas de esta amada Institución como Socio de Honor.

De lo más profundo de mi corazón les doy mis infinitas gracias a Dios y Ustedes por este sublime honor y fuera de cualquier descripción y por haberme brindado la oportunidad de servir a la magnífica España y la Ilustre Sociedad Cervantina de Esquivias, ciudad cuyo pueblo fue el último que en 1521 se rindió a las tropas de Carlos i de España (1500-1558) durante la guerra de las Comunidades (1520-1522), y ciudad donde

«Dios mandó, por la rueda

gigante de los tiempos,

a uno de sus Arcángeles

-¿acaso San Miguel?-

guardar cierto tesoro

en un Lugar pequeño,

digno de su especial

amor, la Tierra.


«Esquivias llamaréis

a esta parcela de la Sagra»,

dijo al embajador iluminado.

«Aquí concretamente debes ubicar

la cuna receptora de una dama

que ha de ser muy famosa»…


«aquí nació, vivió la niña,

en el Lugar y el tiempo

de la inmensa historia».3

según nuestro ilustre bargueño José Rosell Villasevil, llamado «un ejemplo de cervantismo singular»4 conforme al escritor madrileño Emilio Maganto Pavón.

A partir de hoy me dedicaré en cuerpo y alma a mis trabajos con más precisión y rigor de que merecen porque es bien conocida mi plena dedicación al mundo cervantino, y muchas veces he tenido que poner en claro que la vida, la documentación y las obras del «Rey de la literatura española»,5 son para mí el amor a la búsqueda de la verdad que es «hija de Dios»6 conforme al brillante arcabucero de las Fuerzas Especiales de Élite de los invencibles Tercios Viejos españoles, quien no solo luchó hasta la última gota de sangre en medio de fuego, sangre y carnicería, sino también a menudo estuvo dispuesto a pagar el máximo precio por la libertad de su «dulce España, patria querida.»7

De igual forma, la búsqueda de la esencia de la verdad me despierta gran interés en la vida y la documentación de Catalina y de Miguel que saltan a la vista como una fuente ineludible para descubrir el amor a la verdad, o dicho de otro modo, el amor a la sabiduría, que a buen seguro le defina a Catalina y Miguel a lo largo de su trayectoria vital.

Con toda seguridad, el cultivo de la ética de las virtudes de Catalina y de Miguel, tales como la caridad, la fe, la esperanza, la fortaleza, la justicia, la prudencia y la templanza, así como su incesante afición por la lectura, le convierte a Catalina en el modelo para las esposas y al «Manco de Lepanto», en el mejor escritor de la lengua española en 1605, cuyo Don Quijote, obra cumbre de la literatura universal, descuella, entre otros, la belleza del lenguaje y patentiza «toda una visión completa de la personalidad del soldado»,8 que hoy se considera como el segundo libro más leído en el mundo entero tras la Biblia.

No cabe duda, la llamada de Miguel a la grandeza del alma, fundamentada en los siete dones del Espíritu Santo: la sabiduría, el entendimiento, el consejo, la fortaleza, la ciencia, la piedad y el temor de Dios, sintió por medio de la gran influencia de los líderes con corazón profundo como su madre, Leonor (1520-1593), una mente mercantil; su padre, Rodrigo (1509-1585), «cirujano»; su tío paterno, Andrés de Cervantes (1470-1556), juez de los bienes confiscados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, de Córdoba; y Catalina, quien según el cura de Esquivias, Don Vicente Ruiz Rubio, era una «esposa y musa de inspiración de Cervantes».9 de acuerdo con la primera biografía de Catalina, escrita por «el esquiviano de pro y cervantista hasta la médula»,10 Don Sabino de Diego Romero.

En realidad de verdad, fue su queridísima esposa, Catalina, hija de Fernando de Salazar Vozmediano (1527-1584) y de Catalina de Palacios y Salazar (1543-1588), quien no solo garantizó la formación intelectual, moral y profesional de sus hermanos: Nicolás (1563-?), muerto en la infancia; Gonzalo (1573-?) fallecido en la niñez; Francisco (1577-1652), cura de Esquivias; y Fernando (1581-?), fraile en el monasterio de San Juan de los Reyes, de Toledo, sino también le refinó a Miguel su excelencia moral, clave de la fuente de su nobleza del verdadero espíritu del liderazgo comercial, familiar y literario.

Con relación a la hidalguía de Catalina, tanto disputada por los cervantistas sin lo racional y lo razonable, ésta se verifica mediante las nuevas cartas ejecutorias de hidalguía -descubiertas por Don Sabino de Diego Romero-, de la familia Hernández de Espinosa, tatarabuelo paterno, de Marina Ruiz del Castillo, bisabuela paterna paterna; de Juan de Cárdenas, esposo de Inés Álvarez de Vozmediano, vecina de Yeles, bisabuelos paternos maternos; de Francisco de Palacios, el Viejo, y María Álvarez, bisabuelos maternos maternos; de Gonzalo de Salazar, paje del 78º arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña (1410-1482) y criado del 79º arzobispo de Toledo, Pedro González de Mendoza (1428-1495), conocido como «Gran Cardenal de España», y de Catalina de Vozmediano, abuelos paternos; de Juan de Salazar, alcaide del Alcázar de Toledo y María o Marina Vergara, tatarabuelos maternos, y del hidalgo alcalaíno Diego García de Salazar, bisabuelo materno materno.