ILUSTRE PERSONAJE DE ESQUIVIAS: DON SIMEÓN TORREJÓN MOYA.
La Sociedad Cervantina de Esquivias, ha organizado un Acto In Memoriam dedicado a Don Simeón Torrejón Moya, en la fecha conmemorativa del CDLI Aniversario del nacimiento de Catalina de Salazar y Palacios, que se desposara con Miguel de Cervantes Saavedra un 12 de Diciembre de 1584.
Previo a este Acto, la Sociedad Cervantina de Esquivias, a través de la publicación de Galatea, órgano de difusión de la Asociación,
y de correos electrónicos, invitó a toda persona que quisiera adherirse a este merecido homenaje, con su participación activa o asistiendo al mismo.
(Cartel anunciador del Acto In Memoriam en honor de don Simeón Torrejón Moya).
Don Simeón Torrejón Moya, nació en Esquivias un dos de Julio de 1921, siendo el tercero de tres hermanos (precedido por Wenceslao y Margarita).
«Sime», inició sus estudios en Madrid, a los que se vio forzado a abandonar por la cruenta Guerra Civil. Después, trabajó como repartidor en un almacén de piensos. Pero cuando pudo, regresó a Esquivias, abriendo, junto con su hermano, una tienda de ultramarinos, como continuación del negocio que tuvo su padre.
(Una partida de «brisca» en el Bar El Casino, donde encontramos, de izquierda a derecha: Alejandro García Hernando, «Calesa»; Julio, «el Niño del Yeso»; Don Antonio Sánchez Ruiz de la Canal, Maestro Nacional de Niños; Simeón Torrejón Moya, «Sime»; Laureano Alonso Valencia, «Bocina»; Emilio González Torrejón, «El Herrero»; y otro vecino de Esquivias, aún no identificado).
(En este improvisado descanso, en un día de fiesta, se hallan, de izquierda a derecha: Saturnino Moya Martín, «Mariano»; Simeón Torrejón Moya, «Sime»; Maximiano Olivares Romero; José Torrejón, «Pepe el del Estanco»; Emilio González Torrejón, «Emilio el Herrero»; y Fernando Pérez Cifuentes, «El Contable».
En el año 1949 conoce a Antonia Olivar Díaz; se casan, y pronto aumentarían la familia con dos hijos: Paco y Vicente, a los que educaron y vieron crecer, disfrutando con la amplitud de nuevas generaciones.
(El matrimonio Torrejón Olivar).
(En la boda de Francisco y Conchi. Año 1978)
Simeón fue un enamorado de la lectura, sobre todo de los clásicos, de los que destacaba Marañón, y, sobre todo, al que tenía como un amigo, de nombre Miguel de Cervantes, y su Quijote. Otra de sus pasiones era la de escuchar música clásica.
(Simeón acompañado de: Juliana Torrejón, esposa de Bernardo; Paco Nicolás; y Bernardo Torrejón, consuegro de Simeón. en la boda de Francisco y Conchi, hija de Bernardo y Juliana).
De carácter autodidacta, podemos considerar a Simeón como una persona poseedora de una gran cultura. Era de esas personas de las que se dice que «ha bebido de la fuente de los sabios».
(Una tertulia muy amena. De izquierda a derecha: Francisco Hervás; Esteban Sánchez;
Calixto Sánchez; Vicente Torrejón Olivar, hijo pequeño de Simeón;
Simeón Torrejón y Wenceslao Torrejón, hermano de Simeón).
En el año 1975, un grupo de personas de Esquivias iniciamos la andadura de una incipiente Sociedad Cervantina de Esquivias, independizándonos de su homónima de Madrid, y nombrando como Presidente Ejecutivo a Simeón Torrejón Moya. Era una aventura que no sabíamos el futuro que tendría, pero lo que nos nos faltaba era entusiasmo. En Simeón, encontrábamos el sosiego; el reposo del espíritu.
Bajo su presidencia, en el año 1979 comenzamos a celebrar las Jornadas Cervantinas de Esquivias, en el mes de Diciembre, en fechas próximas al 12 de dicho mes, con el colofón del banquete de bodas de Miguel de Cervantes Saavedra con Catalina de Salazar y Palacios, de la que en este año de 2016 llevamos celebradas 37 ediciones, de forma ininterrumpida.
(12 de diciembre de 1982. Celebración del banquete de bodas de Cervantes y Catalina, en una bodega típica de Esquivias, con Simeón en el uso de la palabra).
(12 de Diciembre de 1983, celebrando el banquete de bodas de Cervantes y Catalina, en su V Edición, en una bodega típica de Esquivias. En el uso de la palabra don Isidro del Río, a la sazón Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Toledo, en presencia del Delegado del Gobierno, don Pedro Valdecantos; de don Ramón Sixto Regidor Bonet, alcalde de Esquivias; y de don Simeón Torrejón Moya, presidente de la Sociedad Cervantina).
Otros hechos destacados que se acometieron bajo su presidencia, fue la Muestra de Teatro Villa de Esquivias; la institución de los Encuentros de Corales; la consecución del Local Social de esta Asociación, etc.
(Local Social de la Sociedad Cervantina de Esquivias).
(12 de Diciembre de 1984. Celebración de las VI Jornadas Cervantinas de Esquivias, en el IV Centenario de los desposorios de Miguel de Cervantes Saavedra con Catalina de Salazar y Palacios. En el uso de la palabra don José Bono Martínez, a la sazón Presidente de la JCCM, y su esposa doña Ana Rodriguez, ante la atenta mirada de Simeón y Antonia).
(En el IV Centenario de la boda de Cervantes y Catalina, con la entrega de distinciones).
Por los motivos expuestos, el Excmo. Ayuntamiento de Esquivias, «con fecha 26 de Abril de 1986, nombró a Don Simeón Torrejón Moya, Caballero de Honor de la Ilustre Villa de Esquivias, por la colaboración prestada, para el reconocimiento de esta Villa», como así consta en el documento que desde dicha fecha se halla en poder de su familia.
(Tres generaciones de la familia Torrejón Olivar).
Simeón fue Presidente Ejecutivo de la Sociedad Cervantina de Esquivias hasta el año 1990, año en que, por cuestiones prácticas, y consensuado con él, Simeón pasó a ser Presidente Honorario de esta Asociación Cultural. Con el nuevo rumbo que tomaba la situación patrimonial de la Casa de Cervantes, y de mutuo acuerdo con Simeón, se tomó la determinación de cambiar la presidencia de la Cervantina, para acometer desde otro prisma la nueva andadura sobre la propiedad de la Casa de Cervantes.
(Una parte de la familia de Simeón Torrejón y Antonia Olivar, en el día en que se iba a casar Vicente, el hijo pequeño de esta familia. De izquierda a derecha: Vicente Torrejón Olivar; David Torrejón Torrejón; Antonia Olivar Díaz; Conchi Torrejón Alonso, esposa de Francisco; Noelia Torrejón Torrejón; Francisco Torrejón Olivar; y Simeón Torrejón Moya).
La nueva oferta cultural de la Sociedad Cervantina, no varió sustancialmente, ya que Simeón seguía aportando su rica dinámica cultural, tal como se había consensuado, cuando afrontamos esa nueva andadura.
(Nuevamente una parte de la familia Torrejón Olivar. De izquierda a derecha: Francisco Torrejón Olivar; David Torrejón Torrejón; Simeón Torrejón Moya; Antonia Olivar Díaz; Noelia Torrejón Torrejón; Vanesa Torrejón, sobrina de la familia; Juliana Alonso y Conchi Torrejón Alonso).
En el transcurso de las Jornadas Cervantinas de Diciembre del año 1994, la Sociedad Cervantina de Esquivias nombró, postumamente, a don Simeón Torrejón Moya «Quijote del Año», máxima distinción que otorga esta Asociación. Puede que fuera un poco tarde, ya que falleció el 17 de Junio de ese mismo año, pero lo cierto es que a la mayoría de los miembros de la Cervantina nos sorprendió la rápida evolución de su enfermedad, máxime cuando, corroborándolo con las fotografías que conserva su familia, hallamos a Simeón junto a su esposa Antonia, durante el segundo semestre de 1993, en Torrevieja; en la Costa Brava; o en Santiago de Compostela, entre otros.
(Agosto de 1993, en el puerto de Torrevieja).
(Septiembre de 1993 frente a la Casa-Museo de Salvador Dalí).
(Octubre de 1993, en Santiago de Compostela).
Simeón nos dejó físicamente, pero su espíritu sigue estando presente entre los socios y amigos de la Sociedad Cervantina de Esquivias. Y, como muestra de que no lo olvidamos, es por lo que se le dedicó este sencillo Acto In Memoriam, como símbolo de lo que representó, y de lo que sigue representando, como adalid de la Cultura Cervantina de Esquivias.
(Don José Rosell Villasevil, actual presidente de la Sociedad Cervantina de Esquivias, entrega a doña Antonia Olivar Díaz, una placa conmemorativa del Acto en memoria de Simeón Torrejón Moya, en presencia de Sabino de Diego Romero).
Al inicio del Acto, el Presidente de la Sociedad Cervantina de Esquivias, don José Rosell Villasevil, hizo entrega de una placa conmemorativa a doña Antonia Olivar Díaz, no sin antes dirigir al recuerdo de Simeón y a su familia, que se hallaba presente el el Acto, unas sentidas palabras llenas de sentimiento y reconocimiento a su labor en pro de la Cultura a través de la Cervantina, de la cual él fue su Presidente Fundador.
Entre sus palabras, José Rosell dijo: «El Acto en memoria de Simeón Torrejón, el que fuera II Presidente de nuestra «Sociedad Cervantina de Esquivias», es de toda justicia. Él imprimió en nuestra trayectoria no sólo el amor y la admiración por Cervantes y su obra, sino que legó al pueblo esquiviano y a la la «Socieadad Cervantina» su inquietud de leer y de saber, así como el infinito carisma del sencillo y gloriosamente ser humano.
Seguirás vivo en el recuerdo colectivo popular y en el alma y las decisiones colegiadas de la «Sociedad» que tan certeramente tú dirijiste.
Descansa en Paz, querido «Sime», leyendo en la arcaicas regiones, de primera mano, el «Bernardo» y las «Semanas del Jardín», junto con la Segunda Parte de «La Galatea», que ya habrá concluido Miguel de Cervantes».
(El hijo mayor de Simeón, Francisco Torrejón Olivar, en el uso de la palabra).
En nombre de la familia de Simeón, el hijo mayor, Francisco, tuvo unas palabras de agradecimiento a la Sociedad Cervantina de Esquivias, y a los presentes, por la celebración y asistencia a este Acto tan entrañable. A continuación, y a modo de recapitulación de los artículos que Simeón escribió para sendas ediciones de Galatea, destacó parte de alguno de ello:
En Galatea de diciembre de 1991, y bajo el tema tratado: «La droga», escribía: «El mundo civilizado, su economía, industria, comercio, se cimenta sobre el dinero, su único dios, al que venera y adora. Lo están consagrando continuamente en todos los medios de comunicación. Dinero, dinero fácil y sin esfuerzo, salga de donde salga y de la forma que sea como se adquiera.
El dinero da prestigio, poder, representación en la sociedad de consumo, no se tiene en cuenta como se ha adquirido, lo tiene y se le admira, así de sencillo.
Mientras las bases morales no cambien y el dinero siga siendo un dios omnipotente, la droga se seguirá comercializando; éste y no otro es el insoluble problema de la droga».
En Galatea de marzo de 1992, sobre «Las armas nucleares»: «Hasta ahora han sido un freno para evitar una conflagación a nivel mundial, porque han estado en manos de gobiernos responsables y conscientes del poder de destrucción; el peligro está cuando estén en poder de gobiernos y pueblos irresponsables.
El peligro de un holocausto mundial gravita sobre nuestras cabezas. Desgraciadamente no estamos, ni moral ni éticamente, preparados para disponer de un poder de destrucción tan terrorífico. Nuestro grado de evolución en la vida es muy inferior a los logros conseguidos por la tecnología y la física. Esta es la gran incógnita».
En Galatea de abril de 1992, sobre «Yugoeslavia, guerra civil»: «En todas las guerras civiles, el hombre, cuando se enardece, da libertad a ese animal agresivo que todos llevamos dentro y que aún no hemos sabido dominar; quizá sea un residuo de los primeros años de la evolución de la vida, cuando subsistir suponía una lucha diaria. Este animal en libertad y sin control, enardecido por la lucha, es capaz de las mayores atrocidades. Cuando esta bestia amoral, sedienta de sangre, aflora en las tropas, los ejércitos se convierten en hordas.
Es común y corriente emplear en las guerras la metáfora de que «Dios está con nosotros», como si Dios tomase partido en alguno de los bandos. Yo lo considero una blasfemia y un sacrilegio, querer involucrar en la contienda al Dios del perdón y del amor».
En Galatea de mayo de 1993, sobre «El fundamentalismo»: «Esta desesperada necesidad de los países árabes es el caldo de cultivo para que florezca el fundamentalismo fanático e intransigente, que lucha a la desesperada para imponer su sistema político religioso que les pueda sacar de la miseria e incluso implantar un nuevo imperio musulmán».
Eran estas, algunas premoniciones que hizo Simeón Torrejón sobre algunos aspectos de la vida y la sociedad, hoy hace veintitrés años.
(Doña Milagros del Barrio Pérez-Grueso, alcaldesa de Esquivias, en un momento de su intervención).
A continuación, tomó la palabra doña Milagros del Barrio Pérez-Grueso, alcaldesa de Esquivias, que quiso dejar patente el conocimiento y el respeto que siempre le infundió Simeón, por el conocimiento que tenía de su trato afable y siempre con el fondo cultural que atesoraba.
Felicitó a la Sociedad Cervantina por el acierto en dedicarle este Acto de recuerdo a la persona de Simeón, y por la oportunidad que se le ha dado, como alcaldesa de todos los esquivianos, a poder manifestar su aprecio personal e institucional, hacia este Ilustre Esquiviano, y a su familia.
Vicente Torrejón Olivar, el pequeño de los hijos de Simeón, declinó dar lectura a un breve escrito que había preparado en recuerdo de su padre, con el ruego de que se hiciera público por los medios que la Sociedad Cervantina de Esquivias estimara oportuno. Dice así:
«Me llevó cinco décadas de mi vida conocer el significado de la palabra «café», caliente, amargo, fuerte y escaso. Un desastre para alguien que le gusta la capacidad de síntesis y las palabras esquemáticas, cortas, que compendian en unas letras un todo.
Sime, no me costó nada aprender lo que significaba, «S» de sensato, «I» de inteligente, «M» de moderado, «E» de excelencia.
Aquí debería acabar el artículo.
Añadir más sería superfluo, se lo dije en vida y además tengo la espada sobre mi cuello, «la mujer del alcalde», su compañera de toda la vida y sufridora de hijos comunes, un día con todo el cariño del mundo me espetó: «espero que me recuerdes tanto como a tu padre», atrápame esa mosca por el rabo.
Se lo diré cuando nos volvamos a encontrar y en ese momento eterno olvidaré la larga espera.
Sinceramente no me apetece seguir escribiendo sobre Quijancho, como si no estuviera, uno que sabe del tema puede afirmar que la muerte no existe, sólo para el que se queda y parafraseando a un protagonista de Lorenzo Silva: «Los cervantistas no mueren, se reagrupan en el cielo».
Hasta siempre y por siempre».
(David Torrejón Torrejón, nieto de Simeón, dirige unas emotivas palabras).
David Torrejón Torrejón, nieto mayor de Simeón, tomo el uso de la palabra, para dar lectura de su aportación:
«En primer lugar, para quien no me conozca, soy «el nieto de Simen»… De hecho cuando era pequeño y alguna persona curioso preguntaba, «niño, y ¿tú de quién éres?», la respuesta que nunca fallaba era esa: «soy el nieto de Simen», y es que pronto aprendí que todo el mundo conocía a mi abuelo de una u otra manera. Y creo que justo ese es el principal motivo que nos ha juntado hoy aquí, el que en este pequeño pueblo todos compartimos de algún modo su recuerdo y su ejemplo.
Hay dos facetas de su vida que imagino que todos los aquí presentes admiramos. En primer lugar su amor por su pueblo, su tierra y su gente; como derrochaba bondad y buen humor (siempre era el que ponía los motes mas ingeniosos), y como se sentía parte de la comunidad donde vivía y aportaba su grano de arena allí donde podía colaborar. Por otro lado, su curiosidad intelectual, que iba mucho mas allá de su amor por El Quijote y Cervantes. Poco después que nos dejase empecé a descubrir las colecciones de discos y libros que atesoraba Simen, con infinidad de discos de música clásica incluyendo las grandes obras de Verdi, Wagner, Beethoven o Mozart, e infinidad de libros, con volúmenes de historia, ciencia y filosofía, con grandes obras literarias de autores de una gran belleza de poetas como Rubén Darío o Rabindranath Tagore. Me parece un ejemplo para mi generación y las posteriores, para los que hemos crecido con múltiples posibilidades para estudiar, viajar, o acceder al conocimiento de forma instantánea a través de Internet; esa curiosidad por conocer y ese aprendizaje autodidacta debería servirnos como modelo en estos tiempos de pereza intelectual y bombardeo continuo de información sin ninguna reflexión».
Me gustaría terminar con unas palabras que escribió otro gran hombre, mi tío Antonio Torrejón, y que expresan mucho mejor esta admiración que sentíamos por Simen. Este texto se publicó en Galatea en 1994 y se titula «Mi Recuerdo»:
«Aquel día, doblaron más tristes las campanas y fue quizá la calentura de mi mente la que en un momento me hizo ver flotando sobre su ataúd al de la «triste figura».
Me sacó de mi letargo la voz estruendosa del sacerdote que oficiaba, pero enseguida percibí en un susurro una voz misteriosa y triste que susurraba al féretro. No te preocupes; ahora podremos hablar, charlaremos sobre cosas que tú has dicho con acierto sobre mí, reconstruiremos juntos tu sueño, haremos un Quijote nuevo, según lo has soñado, recrearemos entre ambos ese paisaje, esos lugares donde has vivido y el final será como tú querías… No veía pero presentía en la tenue luz de la Iglesia la presencia de aquel que llamaron el «Príncipe de los Ingenios», el genio «Cervantes» que charlaba entre susurros con nuestro amigo; y en aquel momento lo imagine sonriente y preparado para debatir como sólo él solía hacerlo, sin aspavientos, sin perder jamás la compostura, pero fiel a sus principios y creencias. Fue entonces cuando comprendí que al menos para mí y como suele pasar sólo con los grandes hombres, nuestro amigo siempre estaría aquí entre nosotros, siempre quedaría su opinión, su saber estar, y alguien, siempre habría alguien que con su espíritu seguiría luchando contra la desidia de todos los demás; y sentí una sana envidia porque pocos hombres, sea al nivel que sea, pueden dejar tras de sí una estela que, de alguna manera, los hace estar entre nosotros siempre. Gracias Simen. Antonio Torrejón».
Seguidamente, tomó la palabra Sabino de Diego Romero, para hablar de su experiencia de amistad con Simeón:
«Tuve ocasión de conocer y hablar con Simeón por primera vez, cuando yo tenía 12 años. Frente por frente de la tienda de ultramarinos que tenía Simeón, junto con su hermano Wenceslao, me hallaba yo en la fábrica de hielo y helados que puso mi padre (Junio de 1956). En lo que hoy es el Mesón Cervantes.
No obstante de la diferencia de edad entre nosotros -me superaba en 23 años-, hablaba bastante con Sime, y no creo que fuera provocado por mí, seguramente por respeto en función de la edad, más bien sería él quien iniciara las conversaciones.
Recuerdo que iba todos los días a la tienda de Simeón, por la tarde, a comprar membrillo para merendar, y esto fue durante años, desde Junio a Septiembre -recuerdo ver un mostrador largo y sobre él, a mano derecha, siempre había una caja redonda de madera que tenía unas exquisitas sardinas saladas, y en otro lado, bacalao en salazón y una cizalla para trocearlo para su venta.
Como iba todos los días, y siempre a lo mismo, Simeón ya no me preguntaba que quería, me despachaba y seguía hablando con los contertulios que se hallaban en dicha tienda: su hermano Wenceslao y Jacinto Rojas «el ciego».
Recuerdo también, que hablaban siempre de libros, de autores, y como a esa hora de la tarde no había clientes que atender, yo me quedaba escuchándoles, a lo cual había sido invitado.
Hay cosas que se te quedan grabadas en la memoria, aunque solo sea por ser repetitivas: La primera vez que supe algo del escritor checo Frank Kafka, fue en esa tienda. Cuando me llamaba algo la atención, lo anotaba y después lo consultaba, y ese día, y al siguiente, y durante varios días más se seguía hablando de este escritor. Un día Sime me dejó un libro de Kafka: «La Metamorfosis». Recuerdo que era un libro pequeño. Cuando se lo devolví, aun seguían hablando de este libro y de su autor.
También recuerdo que hablaban de frases del propio Kafka. Las analizaban, las discutían. No sé si llegaban a alguna conclusión, porque empleaban varios días en analizar alguna de dicha frases.
Les voy a citar algunas de esas frases de Kafka, que seguramente eran sobre las que incluso discutían, para que vean en que «entretenían su tiempo»:
—«Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros».
—«Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza no envejederá nunca».
—«Toda revolución se evapora y deja atrás solo el limo de una nueva burocracia».
—«Mi miedo es mi sustancia, y probablemente lo mejor de mi mismo».
—«La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza».
De los tres contertulios, el mas, digamos «prudente» era Simeón, porque a Wenceslao no era fácil pisarle alguna opinión, cosa que sí lo hacía Jacinto, el ciego, con inusual energía.
Y hablaban de Modernismo; Expresionismo. Existencialismo, etc.
Coincidía con Simeón en la afición a escuchar música clásica, aunque en aquella época había pocas posibilidades, salvo escuchar alguna grabación en disco.
Pero también recuerdo de hablar con Sime de un programa de música clásica en la 2 de TVE (Sólo había entonces la 1 y la 2), en la década de los sesenta. Este programa se emitía los sábados por la tarde y lo dirigía y presentaba Antonio Fernández Cid. Pasado el fin de semana hablábamos del contenido de dicho programa.
Desde el año 1971, dejamos de tener contacto por motivos de mi trabajo. Pero fue en el año 1975 cuando volveríamos a tener más relación, cuando fundamos la Sociedad Cervantina de Esquivias, como se dijo al principio de este acto.
Tuve la fortuna de disfrutar de esa agradable conversación de la que Sime hacía gala, sin vanagloria, simplemente porque él era así. Y ya hablábamos de Cervantes y El Quijote, nada más y nada menos.
Como se dijo también, tuve el honor de suceder a Simeón en la presidencia de la Sociedad Cervantina, que no a sustituirle. Eso sí, antes de aceptarlo por mi parte, lo hablé con él, pues no se trataba de hacerle a un lado, sino de todo lo contrario, pues yo le dije que si él no seguía aportando sus conocimientos culturales a mi me resultaba muy complicado asumir la presidencia de la Cervantina, por la importancia que tanto él como yo, y otras muchas personas, damos al quehacer de esta Asociación, por el bien del cervantismo y de Esquivias.
Siempre tuve informado a Simeón de las negociaciones que estaba llevando a cabo sobre la consecución final de la Casa de Cervantes. En algún caso, tan sólo Simeón se hallaba al corriente de ciertos detalles que, en esos momentos, debían ser tratados con una cierta discrección. Esos detalles se aclararon para todos en su día.
Pocas veces he podido ver, con cuanta alegría asumió Simeón el conocimiento de la resolución de la propiedad de la Casa de Cervantes a favor del Ayuntamiento de Esquivias, en puesto de que dicha propiedad fuera para la Sociedad Cervantina de Esquivias, como así fueron los principios de las negociaciones con la Fundación Ramón Areces, para ser dedicada a futuro Museo, una vez fuera restaurada».
(Clara Truchado Martín, recitando el poema de Rosell,
con el acompañamiento a la guitarra de Juan Ignacio).
A continuación, la rapsoda esquiviana Clara Truchado Martín, acompañada a la guitarra por Juán Ignacio, recitó un poema compuesto por José Rosell Villasevil, a las figuras de Catalina de Salazar y Palacios y Simeón Torrejón Moya, uniéndoles en el tiempo:
A CATALINA DE SALAZAR Y SIMEÓN
Señoras y señores
tengan cierto,
que donde queda
yerta la palabra,
en la eterna sonrisa
de los muertos,
nace la melodía
sublimada
atenta a la batuta
de los tiempos.
Y…
Con un clavel bargueño
rojo-grana,
y un ramito
de nardos renacidos
en un Cigarral
viejo de Toledo,
rendimos pleitesía
a la esposa de Cervantes
doña Catalina,
en su Aniversario,
y en «Sime» Torrejón
conmemoramos,
su honrosa Presidencia
en «La Cervantina».
Ella callada
y pura Dulcinea,
estrella
de Cervantes matutina
que le llevó
hasta el reino del Parnaso;
él, Simeón,
discreto Caballero
con el Verde Gabán
por los caminos
buscando la verdad,
que no el dinero.
¡Cerro de Santa Bárbara
en los Cielos
dónde Alonso Quijada
les bendice
y mantiene a su lado
los primeros..¡
En ambos prevalece
a la palabra alerta
en alto vuelo,
y un céfiro de música
en arpegios
del sublime vibrar
que la guitarra
-alegría y pena-
les dedica una copla
en su rasgueo.
Ante la tumba
de la palabra cierta
-fuego y hielo-
nace la melodía jubilosa
fruto del virtuosismo
de unos dedos.
José Rosell, 28-X-2016.
Para finalizar el Acto, el dúo compuesto por Adolfo, a la voz, y Juan Ignacio a la guitarra, ofrecieron el recital de música y poesía: «Dónde mueren las palabras nace la música».
Sabino de Diego.