«…Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien el un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamas lo supo ni se dio cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle titulo de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso…» (Capitulo I de la Primera Parte del Quijote).
Miguel de Cervantes pone nombre y apellido a la princesa de los sueños de Don Quijote de la Mancha. Nombre y apellido que no se halla registrado en alguno de los lugares que frecuentara el escritor.
Pero si aparecen en Esquivias el nombre Aldonza y el apellido Lorenzo. Veamos:
En el Acta de Defunción, 13 de enero de 1596, de Alonso de Salazar, este, en sus ultimas voluntades entre otras manda se digan «por las animas de Blas de Avalos y de Isabel de Cardenas y Alejo de Salazar y Juan de Cardenas y Carlos de Salaçar y de Aldonça de Cardenas veinte y cinco misas». Se halla inscrita al folio 48 del III Libro de Defunciones y Matrimonios de la Iglesia de Esquivias.
Alonso de Salazar era hijo de Isabel de Cárdenas y de Francisco de Guzmán. Casado con Doña Francisca Barras. Falleció a los 27 años de edad, sin dejar descendencia.
Isabel de Cardenas era hija del Bachiller Francisco Ruiz y de María de Cárdenas, hermana del padre de Catalina de Salazar y Palacios, Hernando de Salazar y Vozmediano, por tanto prima de Catalina de Salazar y Palacios. En cuanto a Aldonza de Cárdenas, era tambien hija de Isabel de Cárdenas, por tanto prima segunda de la esposa de Cervantes.
De Aldonza de Cárdenas no hubo descendencia. Murió joven.
En cuanto al apellido Lorenzo, según los investigadores cervantistas, no ha sido posible hallar este apellido en otro lugar frecuentado por Cervantes que no sea en Esquivias:
En el III Libro de Defunciones y Matrimonios de la Iglesia de Esquivias, en el folio 19 hay una anotación que dice:
«Al margen: «Díjolas Juan de Palacios, su albacea.
En primero de henero del dicho año (1587) murió Juana Lorenzo mando enterrarse en El cuerpo de la iglesia y que se le hiciese su enterramiento y que se le dixesen treinta mysas Reçadas y mas la fiesta de la Encarnación una vez ta solamente y a lo qual dexo Su poder al Reverendo Juan de Palacios».
Juana Lorenzo pertenecía a una familia que vivía en Esquivias y que tenía una estrecha relación con la familia de Catalina de Salazar y Palacios, esposa de Cervantes, prueba de ello es que, a su fallecimiento nombra por albacea al clérigo Juan de Palacios, tío de Catalina.
Al igual que otros personajes esquivianos que Cervantes menciona en El Quijote, la mayor parte de ellos tenían una relación de parentesco o amistad con Catalina de Salazar y Palacios, su esposa, lo que echa por tierra esa leyenda creada por algunos estudiosos de Cervantes, interpretando que existía alguna desavenencia entre este y la familia de su esposa, la esquiviana Catalina de Salazar. Siendo todo lo contrario, puesto que lo que pretendía Cervantes incluyéndolos en el Quijote, era con el propósito de homenajearles por todos los tiempos.
Don Quijote, como Caballero Andante que se precie de serlo, ha de tener una dama a quién haya de dedicar sus hazañas. Para ello, pone en práctica su imaginación, como el mejor refugio que posee el ser humano, idealizando en Dulcinea la necesidad que tiene el Caballero para darle un sentido lógico a sus aventuras.
Así pues, Don Quijote crea en su imaginación el personaje de Dulcinea, pero Don Quijote sabe que es fruto tan solo de su mente, sin otro fundamento en que apoyarse para refrendar el personaje de su amada, por lo que tiene que ponerle nombre y apellido, para que al menos no parezca lo que es: el fruto de su imaginación. Don Quijote es consciente de ello y por eso la pone nombre y apellido reales, de la vida misma: Aldonza Lorenzo.
De esa forma, ya tenemos a Dulcinea con base en una persona real, pero tiene que ponerle apellido a la musa de sus sueños y completa su nombre como Dulcinea del Toboso «nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo».
Cervantes no tiene que indagar demasiado para poner el nombre y apellido al personaje «real», pues encuentra en el entorno de su esposa Catalina de Salazar y Palacios lo que necesita: Aldonza, nombre de una prima de Catalina, Aldonza de Cárdenas, y el apellido Lorenzo, de Juana Lorenzo, amiga de la familia de Catalina, como se vio en su partida de defunción.
De esta forma, Cervantes se sirve de personajes reales para formar el personaje de la fantasía de Don Quijote para existir.
Por otro lado, el apellido puesto a Dulcinea, del Toboso, también lo tiene Cervantes en su entorno: Su esposa Catalina hereda de su familia materna «…cuatro tinajas del Toboso, de caber de cincuenta arrobas arriba…» que con mucho énfasis se recogen en los detalles de su herencia. Había bastantes tinajas mas en la bodega de la familia de Catalina, pero solo de estas cuatro se hace referencia de su procedencia.
Cervantes no deja de redundar sobre la procedencia de las tinajas del Toboso (Capitulo V de la Primera Parte del Quijote): «…y muchas tinajas a la redonda, que, por ser del Toboso, le renovaron las memorias de su encantada y transformada Dulcinea; y sospirando, y sin mirar lo que decía, ni delante de quien estaba, dijo:
¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios Quería¡
¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura¡».
Pero pronto la personalidad del personaje de Dulcinea anula a los personajes que la sirvieron para forjarse en la imaginación de Don Quijote. Es tan fundamental para la obra del Hidalgo Manchego que los hace desaparecer en breve tiempo, ya que para Don Quijote no existe mas mujer de sus sueños que Dulcinea. Al tratarse de un amor platónico, imaginado solo en la mente de Don Quijote, idealizado, tan solo admite los posibles comentarios sobre el personaje «real» justificándolo por un encantamiento que ha sufrido Dulcinea. Y no puede ser de otra forma para que Dulcinea pueda seguir viva en el pensamiento de Don Quijote, ya que si no fuera así, no tendría sentido la determinación que ha tomado Don Quijote de armarse Caballero Andante.
Sabino de Diego.